La práctica hace al maestro dice el viejo adagio. Es un cliché que repetimos hasta la saciedad pero realmente no profundizamos en él. Si queremos realmente adquirir alguna destreza, debemos practicar de manera deliberada frecuentemente.
Embarcados ya en el camino de la filosofía de la vida, tenemos todos los días numerosas oportunidades para ir debilitando algún hábito perjudicial mientras creamos uno más deseable. Por ejemplo, si sabemos que nos irritamos con facilidad, debemos usar estrategias que nos permitan a tomar las riendas de nuestra razón prontamente. Si comemos precipitadamente y en exceso, nos podemos entrenar a masticar más despacio saciandonos de esta manera más rápidamente.
Decidamos qué hábitos cambiar y trabajemos a diario por hacerlo. Seamos estratégicos y llevemos un estudio de nuestros avances. Sintámonos orgullosos de las batallas ganadas en silencio. Tendámosle la mano a quién se encuentre en ese mismo proceso.
Cambiemos.
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