Se
necesita de la mirada del artista para darse cuenta que el final de la vida no
es diferente de la caída de la fruta madura. En cierta medida, esta mirada guarda relación la técnica japonesa para reparar la cerámica llamada kintsugi. En el kintsugi se mezcla polvo de oro o plata con una resina para unir las piezas quebradas de lo que alguna vez fue unidad inmaculada.
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