Algunas
veces no hacemos las cosas porque tememos que podríamos fallar. Para crear una
suerte de ilusión de acción o determinación, hacemos las cosas a medias de
manera que si los resultados no son positivos, podemos recurrir a la frecuente excusa: "Ni siquiera lo estaba intentando". El desasosiego que precede a la
acción es una experiencia común desde la antigüedad. Es deseable apoyarnos en
los filósofos más sabios que han existido para encontrar estrategias para
superar los temores fundados e infundados.
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