Nos hemos escuchado decir en varias ocasiones que sí tan sólo contáramos con suficiente tiempo libre nos entregaríamos sin reparos a los verdaderos anhelos de nuestra alma. En la mayoría de los casos este deseo es sólo palabras vacías. ¿Cuántas veces no hemos encontrado dilapidando el tiempo libre? ¿Cuántas veces estando en vacaciones hemos extrañando el trabajo o el estudio estructurado que supuestamente nos estaba amarrando las alas? ¿Cuántas veces el supuesto espacio de paz mental que buscábamos lo llenamos del contenido más trivial?
Muchos piensan erróneamente que el sólo hecho de cambiar de contexto físico con sus restricciones inherentes les va a cambiar el contenido de su mente. No hay nada más falaz. A donde vamos, llevamos nuestra mente. Por consiguiente, la idea no es buscar escapes exteriores sino cultivar nuestros espacios interiores para no mentirnos, para comprometernos con nuestros objetivos, para respetarnos, para sentirnos cada vez más en casa.
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