Es innegable que somos seres gregarios por naturaleza, sin embargo, mercaderes de toda laya ,conocedores del funcionamiento de la sociedad de consumo, han sabido manipular este hecho a su favor. Han diseñado estilos de vida y nos han hecho creer que debemos seguirlos si queremos escalar nuestra posición en la pirámide de la aceptación social.
Si no tenemos la buena fortuna de identificar esta trampa, nuestros esfuerzos apuntarán a obtener puntos en un juego que fue diseñado, no para mejorar nuestras condiciones de vida, sino para llenar los bolsillos de personajes con muy bajos escrúpulos.
Debemos ser sabios al momento de distribuir nuestros esfuerzos. Debemos saber que nuestros esfuerzos están conectados con la materialización de nuestros ideales dentro del marco de los valores que atesoramos. Debemos entender que nuestro carácter no es un bien negociable. Debemos saber que no hay dinero que compre la dignidad.
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