"La filosofía no afirma que nos va a traer bienes materiales. Eso iría más allá de su alcance. Como la madera es para el ebanista y el bronce para el escultor, nuestras vidas son el material adecuado en el arte de vivir." Epicteto, Discursos, 1.15.2
La filosofía, tal cual era concebida hace más de dos mil años, no era una empresa intelectual para embriagar al ego en la creencia que repetir frases sabias nos hace sabios. Por el contrario, se le entendía como una estrategia para ayudarnos a vivir de la mejor manera posible.
El dictum esencial era llevar a la práctica las enseñanzas de las diversas escuelas, y por medio de la observación de los resultados que estas traían, evaluar su impacto en el bienestar propio y el de la comunidad.
La utilidad de la filosofía es incuestionable en este contexto. Querer atosigarnos de conceptos abstractos para convertirnos en meras cajas repetidoras de palabras que no hemos vuelto carne, es el juego típico de los pseudo intelectuales a quienes les gusta hablar del río sin tener que mojarse.
Pongámonos la ropa de trabajo todos los días. Seamos el verbo encarnado.
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