"Camina por la larga galería del pasado, de imperios y reinos en sucesión. También puedes imaginar el futuro porque seguramente será igual, una historia que no se puede desviar del ritmo presente. Todo es uno así hayamos experimentado cuarenta años o un eón. ¿Qué más hay que ver?" Marco Aurelio, Meditaciones, 7.49
Si decidimos mirar con atención el devenir de los pueblos a lo largo de la historia, nos daremos cuenta del carácter pasajero de todo. Al leer sobre las vidas de las personas que vivieron hace miles de años, sentimos una empatía profunda ya que en ellas también palpitaban los sueños, los anhelos, el miedo, el amor, etc.
Al retroceder un poco más hacia los orígenes de nuestra nuestro planeta, nuestro sistema solar, nuestra galaxia, nuestro universo, podemos sentirnos abrumados ante la inmensidad de todo lo que existe y los continuos ciclos de creación y destrucción que subyace en él.
Esta manifestación del asombro cósmico de sabernos vivos en este tiempo dentro de la gran narrativa de los universos, también nos puede inspirar a dejar de prestarle atención a tantas situaciones irrisorias que por ratos invaden nuestra mente.
Esta perspectiva nos ayuda a priorizar con mayor agudeza todos los aspectos de nuestra vida, nos permite percibir el verdadero valor de todo lo que nos rodeo y todo lo que nos habita. Nos hace sentir parte un proceso mucho mayor de lo que podemos imaginar y nos alimenta las mejores cualidades humanas: la empatía, la generosidad, la comprensión, la cooperación, etc.
Si bien todo es fugaz, el reconocer el reflejo de lo que impulsa al cosmos en nosotros y en los demás, es suficiente para borrar cualquier resentimiento.
Estemos presentes.
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