"Hacerle frente a los retos de la vida con una mente calmada le quita fuerza y carga a la desgracia." Séneca, Hercules Oetaeus, 231-232
No hay nada más admirable, para mí por lo menos, que observar cuándo y cómo alguien le hace frente a sus dificultades con tranquilidad y aplomo. Es como estar viendo una luz en medio de la oscuridad. Revela los alcances del espíritu humano. Inspira a que nos cultivemos por medio de la acción reflexionada.
Hace poco leí el relato que hace Christopher Hitchen para describir su experiencia luego de recibir la noticia de que padecía un cáncer terminal. Muchos de sus detractores esperaban ver como claudicaba a sus principios y se venía menos ante el voyerista ojo acusador de la parte oscura y ciega de la sociedad.
Sin embargo, para desgracia de ellos, Christopher asumió su reto de la misma manera que había vivido: con la cabeza fría y la espada afilada. Describe con sobriedad sus dolores, sus batallas, sus debilidades, sus fortalezas. Asumo que sabía que tal ventana a su vida constituía un ejemplo de lo que significa vivir bajos nuestros principios. Revela el halo poderoso del espíritu que se rehúsa a renunciar a la aventura cuando el camino se hace más retador.
Es necesario que cualquier cosa que hagamos durante el día nos esté preparando para los periodos de nuestra vida que nos llevan a enfrentarnos retos goliáticos.
David etimológicamente significa el elegido de Dios. Si Dios es nuestro más alto ideal, ¿a qué tipo de persona escogería para enfrentar a los gigantes?
Seamos esa persona.
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