Friday, October 27, 2017

Cosechamos lo que sembramos


Toda acción tiene su reacción y sus efectos ondulantes vuelven, tarde o temprano, a aquel que los motivó. Si decidimos vivir una vida proba, mal haríamos en buscar atajos para hacer las reglas más flexibles para nosotros. Debemos vivir nuestros principios en lo público y en lo privado. 

Si, en mi caso, le hablo a mis estudiantes acerca de la importancia de la preparación de clase, la puntualidad, el esfuerzo, etc., y mis acciones diarias contradicen lo anterior, ¿con qué autoridad moral o ética voy a exigirles que encarnen los principios y las prácticas que yo considero deseables? 

Mi responsabilidad como profesor, esposo, hijo y ciudadano es trabajar intencionalmente para mejorar en cada uno de esos roles. En esa medida, las personas que me rodean se dan cuenta de primera mano, que la filosofía no es una retórica vacía para sonar interesante, académico o intelectual, sino una herramienta para la construcción de una realidad de la que nos podamos sentir orgullosos como especie. 

Sembremos las semillas de un bien mayor. 

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