Thursday, October 5, 2017

Lo dicho, dicho está


"Es mejor tropezarse con los pies que con la lengua." Zenón

Cada nuevo día nos representa un conjunto de viejos y nuevos retos. Cuando estamos atravesando un periodo en el que las cosas no están yendo por la ruta en que deseamos, la tensión que nos causa, nos puede empañar nuestra racionalidad, entendiendo esta como el estado mental dotado con las mejores herramientas de juicio para tomar las mejores decisiones informadas. 

Al empañarse nuestra mente, la posibilidad de cometer errores de juicio y acción se incrementa. Por ejemplo, después de haber tomado la decisión de hacer algo y habernos esforzado por hacerlo, podemos sentir que no ha habido un avance y que debe haber algo inherentemente mal en nosotros. Este tipo de pensamiento nos lleva irremediablemente al resentimiento y la desesperanza. Si por el contrario, entendemos esto como una oportunidad de observarnos más de cerca y evaluar nuestras herramientas de aprendizaje y la naturaleza de nuestros obstáculos, es más probable que trabajemos en el rediseño de nuestro plan de aprendizaje y obtengamos mejores resultados. 

Otro ejemplo del obnubilamiento que produce la frustración es la manera como nos dirigimos a los demás. El estar irritables o desesperanzados nos puede llevar a decirle a los demás cosas hirientes pensando en que ese hecho nos va a desatorar el pecho y nos hará surgir "victoriosos". En este caso es aconsejable, según James Pennebaker, psicólogo norteamericano, tener un diario donde podamos ventilar nuestras emociones y estudiar nuestras frustraciones desde diferentes perspectivas. Este ejercicio nos lleva a controlar nuestras reacciones inconscientes automáticas y nos permite empezar a realizar los correctivos necesarios para minimizar el daño cuando estamos atravesando una tormenta. 

Escribamos y miremos qué pasa. 

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