"Es malo para el alma sentirse ansioso por el futuro y miserable antes de algo suceda, sentirse raptado por la ansiedad de desear que las cosas nos pertenezcan hasta el final. Un alma así jamás tendrá descanso por estar ansiando las cosas por venir, perderá la habilidad de gozar las cosas presentes." Séneca, Cartas Morales, 98.5b-6a
Decía Terence McKenna, etnobotánico norteamericano, que la preocupación es la forma de arrogancia más grande porque presupone que ya sabemos lo que nos va a traer el futuro. De igual manera no lo recuerda Séneca en la cita anterior. Dos voces diferentes para una misma idea. Una idea que tiene una vitalidad que la hace perenne. Una idea que debemos trabajar a diario para convertirla en parte de nuestro carácter.
Habitar el presente nos permite cultivar el futuro, habitar el presente nos permite estar mejor preparados cuando nos encontramos con los retos inherentes a la vida. Habitar el presente nos permite darnos cuenta de la naturaleza orgánica de todo lo que existe, habitar el presente con aceptación absoluta nos permite hacer las velas de nuestro barco sabiendo que las olas no son nuestras.
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