Sabemos lo que hay que hacer

"Haz tenido que pasar por innumerables problemas sencillamente porque nos dejaste que tu buen juicio hiciera el trabajo para lo que fue hecho. Ya déjate de eso." Marco Aurelio, Meditaciones, 9.26

Usualmente la voz de la consciencia nos habla con toda franqueza sobre el curso que llevamos y la consecuencia de nuestras acciones. Cuando decidimos pretender que no la escuchamos y caemos en la impulsividad ciega, los resultados que ya habíamos previsto se hacen presentes y con falsa sorpresa nos preguntamos, ¿por qué será que me pasa esto?, ¿qué mal estoy pagando?, ¿por qué los demás se salen con la suya?,etcétera. 

Debemos disminuir el ruido de las distracciones que usamos para conscientemente o no, buscar opacar esa voz porque no queremos, o no sabemos como lidiar con la energía que liberan las verdades profundas de las que habla. 

La aceptación absoluta de la situación presente deshace las armaduras de carne que alguna vez juzgamos necesarias. Allí es donde la voz se escucha con más claridad. La reconocemos porque viene acompañada de una atención relajada y despierta que nos acompasa con la vida entera mientras descarga nuestra alma y el corazón. 

Escuchemos nuestra voz.