Una de las lecciones más duras de aceptar es que vivir implica sufrir. Podemos de manera ingenua imaginarnos reinos en los que el dolor, la enfermedad, la envidia, la traición, etc. no existen. Sin embargo, después del escape fantástico, siempre volvemos a enfrentarnos a los dramas inherentes a la existencia.
Usualmente cuando un evento inesperado golpea nuestros axiomas, nos vemos arrojados al caos. En esa situación podemos maldecir nuestra suerte y vociferar en contra de la Providencia. Curiosamente, en la mayoría de los casos, una vez superada en cierta medida la experiencia, al mirar atrás nos damos cuenta que es un hito que produjo un cambio positivo en nuestras vidas.
Una vez más, esto lo podemos tomar como una manera de aproximarnos al drama de nuestras vidas. Podemos partir de qué no sabemos el por qué sucede lo que sucede. Podemos pensar que, sin importar que tan complicada sea una experiencia, nos está catapultando hacia un bien mayor. La alternativa a esto es el nihilismo pasivo que nos sume en la amargura.
Escojamos sabiamente.
Escojamos sabiamente.
Me cayó como anillo al dedo! que buena manera está de ver las cosas desde una perspectiva positivista. Oss!
ReplyDeleteMe alegra que sea de utilidad, Santiago. Gracias por tu comentario.
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