Decía Sócrates que la única vida
que merece ser vivida es la vida examinada. La mayoría de nosotros vivimos de
manera automática y no paramos un momento a reflexionar acerca del por qué
actuamos como actuamos y por qué sentimos lo que sentimos. Asumimos que las
cosas son así y no nos cuestionamos. Muy pocos se dan a la tarea de utilizar la
razón para indagar la manera en que nuestras creencias y nuestras emociones
condicionan nuestra vida. Esa indagación
es justamente el inicio de la filosofía. Ese tipo de indagación nos conduce a
llevar a cabo los cambios que consideramos necesarios en nuestro proyecto de
vida. Ese tipo de indagación nos ayuda a aclarar y consolidar nuestro propósito.
Este tipo de indagación crea un diálogo con el misterio.
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