Séneca sugería tener en nuestro
interior a un alguien a quien respetáramos profundamente y a quien pudiéramos
usar como guía para nuestras acciones. Al
poner en práctica esta estrategia podemos disminuir la probabilidad de cometer
actos irracionales o llanamente estúpidos.
La idea es escuchar a este
personaje mientras nos amonesta cuando estamos a punto de sucumbir a la pereza
o de hacer algo deshonesto o egoísta. Si acogemos esta idea y la hacemos parte
de nuestra vida, quizá podamos servir de faro a alguien cuando también lo
necesite.
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