Querer contarle nuestra épica personal a cuanta persona encontremos, además de ser irritante, nos aleja de nuestros verdaderos objetivos. Si bien podemos compartir anécdotas de las cosas que hacemos para navegar nuestras tormentas cuando nos preguntan, en general es mejor optar por el silencio. Las acciones han de ser la evidencia de la historia que nos estamos contando.
En este sentido, las ideas de Séneca a este respecto son parecidas a las de Don Juan, personaje principal de varios libros de Carlos Castaneda. Don Juan le sugería a su aprendiz que en el camino del guerrero es importante mantener a raya a las exigencias de un ego desmedido. El guerrero debe estar en un ejercicio de acecho para identificar las trampas que lo desvían de su camino. Una de la las trampas más frecuentes es embriagarnos con nuestro propio cuento.
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