"Tanto Alejandro Magno como su guardián de mulas fueron conducidos al mismo lugar por la muerte—o bien fueron recibidos en la razón que todo lo genera o dispersos en átomos." Marco Aurelio, Meditaciones, 6.24
Recordar que la muerte nos iguala a todos sin importar nuestra posición social, es un pensamiento que produce sobriedad. Si en algún momento nos sentimos embriagados por nuestros triunfos y creemos que nuestra valía es superior a la de los demás, una breve mirada a las tumbas del pasado, nos traerá de regreso a la sensatez. Nos veremos menos afectados por el comportamiento impertinente y egoísta de los demás al saber con certeza que ese reino de soberbia también está marcado por la finitud.
Ernest Becker, pensador norteamericano, sostiene que gran parte de la maldad en el mundo se origina en la negación de la muerte. Los seres humanos buscamos escapar de esa sentencia por medio de ideologías que ciegan nuestra razón. Becker sostiene que para conocernos a nosotros mismos verdaderamente, debemos reconocer que nuestros días son limitados y que no existe nada que podamos hacer al respecto. Esa suerte de antídoto, piensa él, nos sirve para ser más empáticos y menos prejuiciosos. Nos sirve para darnos cuenta la manera en que los demagogos explotan el miedo y nos dividen. Nos sirve para querer asumir una posición de creación de significado y cooperación.
Aprovechemos nuestros días.
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