Epicteto sugiere que deberíamos relacionarnos con la vida como si fuésemos invitados a un banquete. El hambre que traemos la relaciona con nuestros anhelos para ilustrar como debemos esperar pacientemente nuestro turno para tomar nuestra porción. No es prudente, sostiene, querer alcanzar nuestros objetivos de manera precipitada ya que las posibilidades de cometer una imprudencia son más altas.
Al utilizar la metáfora del banquete podemos ejercitar la gratitud en el sentido de valorar las cosas que damos por hecho, el autocontrol entendido como tomar sólo lo necesario, el altruismo al darle una mano a nuestro anfitrión en la organización del espacio que ha compartido, y la caridad al momento de convertirnos también en anfitriones al servicio de nuestra comunidad.
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