En algunas ocasiones, nuestro motivación para mejorar algún aspecto de nuestra vida personal o profesional viene de un espíritu vindicativo. Alguien nos dice algo que nos saca de quicio o hiere nuestro orgullo y entonces decidimos lanzarnos a la acción para probarle al mundo que nosotros sí somos capaces, que nosotros sí tenemos valía.
El problema con este tipo de actitud es que la rabia inicial que nos empujó a la acción disminuye con el tiempo. Una vez desaparece, lo habitual es buscar otra fuente de ira que nos siga llevando hacia adelante. Este proceso tiene un alto costo a nivel físico, emocional y psicológico. De ahí es que lo ideal sea alimentar una motivación intrínseca, una motivación menos dependiente de un agente externo y más cercana a nuestros ideales rectores.
No comments:
Post a Comment