Así como en cierta medida nos convertimos en aquello a lo que le prestamos atención, nuestro carácter es la suma de todos nuestros actos. En las ocasiones en que nuestro ego ha adquirido un tono de soberbia, podemos llegar a rehusarnos a llevar a cabo alguna acción sencillamente porque el mensajero se nos antoja antipático, autoritario, injusto, etc.
Zenón de Citio, el padre del estoicismo, acuño el término Kathekon para referirse a la acción correcta que está en sintonía con la Naturaleza. Es decir, una vez embarcados en el camino de la virtud, nuestras acciones deben reflejar ese compromiso. Cualquier acción que vaya en contra de ese objetivo nos aleja de nuestro camino.
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