Actuar de manera correcta, comportarnos virtuosamente, obrar bien, etc debe ser motivado por nuestro compromiso sincero con nuestros valores. Nuestra motivación no debe nacer del deseo de demostrar cuán "más buenos" somos que los demás.
De igual manera, si nos comportamos bien porque nos obligan o porque queremos evitar un castigo, estamos siendo hipócritas. La virtud nace del reconocimiento del valor que las buenas acciones tienen en la salud de las comunidades, del reconocimiento de que habita en nosotros un orden superior que se expresa por medio de la acción correcta.
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