Muchas veces cuando estamos iniciando un proceso de aprendizaje pensamos que somos de alguna manera especiales y que estamos exceptos de las lecciones básicas. Algo que se nos hace fácil al principio nos lleva erróneamente a pensar que no debemos esforzarnos, que el esfuerzo le corresponde sólo a aquellos que no fueron bendecidos con talento.
En psicología esto se conoce como mentalidad fija. La mentalidad fija nos lleva a pensar que la inteligencia es algo tan permanente como el color de nuestros ojos. Si consideramos que somos buenos para algo, la probabilidad de que dediquemos el tiempo y esfuerzo necesario para cultivar dicho talento es mucho menor. Esta es una de las razones por las que se recomienda elogiar el esfuerzo y no la inteligencia cuando estamos educando a alguien.
Lo opuesto a la mentalidad de fija es la mentalidad de crecimiento. Es este caso, se entiende la destreza como algo maleable que depende del esfuerzo y la estrategia. Si tenemos la humildad para reconocer que siempre podemos mejorar si importar en que nivel nos encontremos, nos encaminaremos hacia la ruta del aprendizaje para toda la vida.
Recordemos entonces que los fundamentos de cualquier área son esenciales si queremos construir un conocimiento sólido y confiable. No caigamos en una carrera frenética por querer alcanzar niveles más altos de competencia sin haber aprendido bien las lecciones fundacionales.
Mantengamos nuestro ego es su justa medida.
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