Al plantearnos objetivos a largo plazo podemos caer en el hábito paralizador de imaginar todas las cosas que pueden salir mal. Es una manera de operar similar a lo que hacían los creadores de mapas en la antigüedad al dibujar toda suerte de monstruos marinos en las áreas sin explorar llenando así, las imaginaciones calenturientas de la gente.
Una manera de mantener esta tendencia del pensamiento bajo control, es enfocarnos en el trabajo que estamos realizando en el presente. De esta manera nos aseguramos que estamos prestando la atención necesaria al momento, mejorando así la probabilidad de obtener el resultado esperado. El enfocarnos en el trabajo presente nos permite mantener a raya cualquier tipo de vacilación.
Habitar totalmente el presente nos permite tener un mejor acceso a nuestros recursos interiores para responder a los retos que tenemos a la mano. Terence McKenna, etnobotánico norteamericano, solía decir que la preocupación era absurda ya que arrogantemente presuponía que sabíamos lo que nos traería el futuro.
Tengamos una misión para cada día. Honremos cada escalón con nuestra presencia plena.
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