"Hay dos cosas enraizadas en los seres humanos: la opinión arrogante y la desconfianza. La opinión arrogante no espera necesitar más evidencia. La desconfianza asume que ante la aplastante circunstancia no puede haber felicidad." Epicteto, Discursos, 3.14.8
En el centro de la práctica estoica encontramos una enseñanza clave: No somos tan listos ni tan sabios como nos gusta pensar en ocasiones. El ejercicio filosófico nos permite darnos cuenta que nuestras certezas se empiezan a agrietar cuando las sometemos a un escrutinio más profundo. Es de suma importancia tener en cuenta esto para evitar poses intelectuales motivadas por la arrogancia. Cualquiera que haya emprendido el camino de conocerse a si mismo y su experiencia sabe que entre más grande se hace la llama del conocimiento, más obvia es la profundidad de las cosas que aún ignoramos.
Cada vez que que caemos ante nuestros sesgos y nuestras ideas preconcebidas, no sólo estamos dando un paso atrás en nuestro viaje hacia la sabiduría, sino también estamos afectando nuestro presente inmediato porque nuestros mapas de significado no están actualizados.
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