"Te juzgaré desafortunado porque nunca has tenido que sobreponerte a la desgracia. Has atravesado la vida sin ningún oponente. Nadie podrá saber de lo que eres capaz; ni siquiera tú." Séneca, Sobre la Providencia, 4.3
Con bastante frecuencia encontramos que los momentos más difíciles en nuestras vidas son aquellos que más nos han hecho crecer. Lo azaroso de muchas calamidades no obliga a hacer uso de ciertos recursos interiores que no sabíamos que existían.
Las calamidades bien asumidas son excelentes maestras que fortalecen el carácter. En lugar de escupir al cielo por nuestra falta de fortuna, podríamos aceptarlas como partes naturales de las dinámicas de la existencia. Este entendimiento profundo permite que nuestras fuerzas interiores se desplieguen revelando un mundo mucho lleno de matices y oportunidades que el que habitábamos antes.
Transformemos el plomo en oro.
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