Dice el viejo adagio que no somos monedita de oro para gustarle a todo el mundo. Sin importar lo que hagamos, siempre habrá personas que nos van a odiar. Las razones del odio pueden tener los más variopintos génesis, pero aún así, están por fuera de nuestro rango de control.
Este sólo hecho nos debe llevar a la conclusión que lo que está en nuestro control es ignorar el odio. Cada quien tiene sus motivos para sacar sus conclusiones y no nos corresponde entrar a cambiarlas si no nos competen. Esa energía la debemos utilizar en la materialización de nuestros objetivos. Cualquier uso de energía que no esté alineado con nuestros objetivos es un desperdicio.
El odio es una bestia insaciable, no la alimentemos
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