Una de las lecciones más complicadas del estoicismo, por lo menos para mi, tiene que ver con nuestra reacción a situaciones de injusticia o violencia en nuestra contra. Estas situaciones son una gran prueba para nuestro carácter puesto que suponen un control de nuestras emociones cuando estamos bajo un ataque obvio. Podemos sucumbir a la rabia y responder con violencia, o sucumbir a la cobardía y olvidar nuestros principios.
Una manera de forjar un carácter más fuerte es justamente responder a cada una de las situaciones del día a día con la altura y el aplomo que se esperaría de alguien que merece nuestro respeto. Por ejemplo, si ascienden a alguien en nuestro trabajo sólo por estar bien relacionado y no por mérito, en lugar de envenenar nuestro interior por la injusticia percibida, deberíamos prestar más atención en nuestro desempeño para mejorar lo que hemos logrado hasta el momento. Quizá ese era el empujón que necesitábamos para buscar una mejor oportunidad profesional en otro lugar. Otro ejemplo muy común es cuando hablan mal de nosotros a nuestra espalda. En lugar de tratar de persuadir a los demás de que somos personas confiables, deberíamos reflexionar sobre nuestras acciones y comportamiento y seguir trabajando en nuestro mejoramiento. Nuestras acciones son las que se encargan de hablar por nosotros.
Pongámosle un arnés a nuestras emociones. Hagamos que nuestros valores no sean dependientes de las circunstancias.
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