Sin esfuerzo no hay resultados

"Las dificultades muestran el carácter de una persona. De manera que cuando tengas que hacerle frente a un reto, recuerda que Dios te está poniendo un compañero de sparring más joven, como lo haría un buen entrenador. ¿Por qué? Porque convertirse en un atleta olímpico requiere sudor! Pienso que nadie tiene un reto mayor que tú si tan solo lo usaras como el atleta usa a su sparring más joven." Epicteto, Discursos, 1.24.1-2

Cualquier objetivo que tengamos, siempre nos llevará a salir de nuestra zona de comodidad. No hay escape. No hay pastillas mágicas. Si queremos lograr nuestros objetivos, estamos obligados a incomodarnos, estamos obligados a encarnar la incompetencia y asumir la vulnerabilidad del principiante. 

Una vez en el camino del aprendizaje, podemos encontrarnos con que muchas veces nos esforzamos y sin embargo, no obtenemos los resultados que esperábamos en el tiempo que esperábamos. Si no entendemos que cada curva de aprendizaje es diferente, empezaremos a sentir que hay algo inherentemente defectuoso en nosotros y nos damos por vencidos. 

El saber que cada persona tiene un perfil específico que le facilita o le dificulta aprender determinada habilidad, nos invita a seguir más de cerca nuestro proceso para identificar las fallas procedimentales que estamos cometiendo como también, a buscar una retroalimentación de un buen mentor. 

Unir nuestra observación personal con el seguimiento del mentor, para mi, da los mejores resultados. Los planes de acción que se derivan del diálogo de las observaciones, nos permite ser más eficaces en el uso de nuestros recursos físicos, mentales y emocionales. 

Sobra decir que las acciones derivadas de los planes requieren disciplina, esfuerzo y honestidad absoluta. Debemos evaluar de manera objetiva si realmente estamos dedicándole la atención y el trabajo que merecen nuestros objetivos antes de calificarlos de imposibles. 

¡Qué el sudor que moja nuestras frentes se convierta en la tinta que llena las páginas de nuestra bitácora!