En época de vacas gordas es muy sencillo pensar que el balance emocional y psicológico del que estamos gozando se va a presentar cuando estemos pasando por las tormentas. Nos puede embriagar la prepotencia de pensar que lo inesperado no nos sorprenderá.
Ante esta posibilidad es prudente recordar que ufanarnos de nuestro aparente balance, es vendarnos los ojos ante la vida. Debemos recordar que el caminar se ha definido como una forma de controlar una caída producto del imbalance que produce el movimiento. El estar presentes haciendo lo que estamos haciendo, nos permite darnos cuenta de la naturaleza orgánica de la vida, nosotros incluídos. Estar inmersos haciendo lo que estamos haciendo es una forma de comunión con la vida, una forma de contemplación activa.
Dialoguemos con la vida.
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