"Lo inesperado de los desastres aumenta su impacto. Sorprenderse por su llegada también aumenta el dolor. Por esta razón, nada debería sorprendernos. Deberíamos enviar nuestras mentes al encuentro con todo lo que podría ocurrir y no pensar que todo seguirá el mismo curso porque, ¿hay algo que la fortuna no tiraría al piso si le placiera? Séneca, Cartas Morales, 91.3a-4
El hecho de que las cosas se desplieguen sin demasiados contratiempos no es razón para pensar que las cosas podrían salir de curso en cualquier momento. Más que pensar que esto es tener una visión pesimista de las cosas, es mirar nuestros más grandes miedos directamente a los ojos.
Si nos acostumbramos a considerar la posibilidad de que las cosas no salgan cómo nosotros quisiéramos, le estaremos quitando un considerable peso a nuestra mente. Ya no estaremos temiendo tímidamente que el sólo pensar en la posibilidad de la crisis es una forma de convocarla. Por el contrario, el aceptar la posibilidad que las cosas no resulten como deseamos, nos invita a enfocarnos en lo que estamos haciendo en el momento y nos permite prevenir muchos desvíos que no habíamos considerado debido al temor que teníamos de imaginar reveses.
Abrámonos a todas las posibilidades.
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