"Si has visto el presente, has visto todo desde tiempos inmemoriales hasta toda la eternidad. Todo lo que sucede está relacionado y es lo mismo." Marco Aurelio, Meditaciones, 6.37
Recuerdo que cuando niño e iba a la iglesia con mis padres o mis compañeros del colegio parroquial, había una parte al final de la misa que decía: "como era al principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén." Esa parte me dejaba perplejo porque no entendía muy bien a lo que apuntaba, sonaba lejana, misteriosa y esotérica.
Con el paso de los años y los libros, empecé a darme cuenta de las experiencia a las que apuntaban estas frases tan particulares. Me fue claro, evidente y epifánico el hecho de que el presente es sólo una palabra para referirse al momentáneo encuentro de mi consciencia con la vida, que soy como una célula más que se desarrolla en algo mucho más complejo de lo que mi cerebro es capaz de entender.
En ese entendimiento, siento que no debo estar en ningún lado en particular porque mi totalidad está conmigo en cualquier momento. Cuando me habito completo en un momento, los lazos que creo con los demás tienen el sabor de la verdad. Los reconozco como mi prójimo en este viaje estelar.
Siempre estoy donde debo estar. Incluso cuando no.
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