"Pero en ningún momento he sido impedido en mi voluntad ni forzado en contra de ella. ¿Y cómo es posible esto? He limitado mi decisión de actuar a la voluntad de Dios. Si Dios quiere que esté enfermo, esa es mi voluntad. Si quiere que elija algo, yo también lo quiero. Si quiere que busque algo o me regalen algo, yo deseo lo mismo. Lo que Dios no quiere, no lo deseo." Epicteto, Discursos, 4.1.89
Es importante dedicarle nuestro tiempo, atención y corazón a las cosas que hemos elegido hacer. Trabajar fuerte por un objetivo es una excelente manera de dotar a nuestros días de sentido de dirección. El proceso de movimiento entre el ahora y el objetivo está repleto de experiencias que dejan enseñanzas que enriquecen todas las áreas de nuestra vida. Esto es justamente la parte del proceso hacia el objetivo que no se discute a menudo.
Lo que se discute a menudo es la consecución o no del objetivo. Esto no está mal ni bien, sin embargo, deja por fuera el elemento del azar providencial que decide si conseguimos nuestras metas o no. Sin importar que tan bien hagamos las cosas, siempre cabe la posibilidad de que no logremos lo que nos proponemos. Lo que nos sugiere Epicteto es tener en cuenta esto y estar preparados en mente y corazón para ello con un espíritu de comprensión y sabiduría que nos impulse hacia otros nuevos retos.
Brindemos por las dos caras de la fortuna.
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