"Si alguien está errando, amablemente corrígelo y señálale en qué lo han hecho. Si no puedes, cúlpate a ti mismo o a nadie más." Marco Aurelio, Meditaciones, 10.4
En mi labor como profesor e instructor de profesores no es infrecuente encontrarme con personas cuyo desempeño está por debajo de la media esperada. En esas ocasiones, me sería muy fácil lavarme las manos y concluir que la situación por la que se encuentran en un nivel bajo de competencia se debe a la pereza, la falta de compromiso, la mediocridad, la falta interés, etc. Sin embargo, este tipo de perspectiva me llevaría a la pasividad pedagógica, me llevaría a pensar que tratar de enseñarles algo es una pérdida de tiempo.
Sabiendo por experiencia que la educación es la mejor herramienta con la que podemos contar, mi deber como docente es acercarme al estudiante y demostrar un genuino interés en su proceso. Debo tratar de entender su contexto anterior e inmediato y ofrecerle estrategias que pueden ayudarlo a encontrar sus potencias interiores.
Son incontables los casos que me demuestran que empoderar a los estudiantes sin importar su nivel de competencia presente, los lleva a reconocer que cuentan con una cantidad ilimitada de recursos interiores que pueden ser utilizados para el diseño de un plan de desarrollo personal y profesional.
Mi experiencia me lleva a pensar que sacar conclusiones apresuradas sobre las personas no es la mejor estrategia si mi intención es conectarme con ellas como humanos. Todos tenemos nuestra historia personal y ella ha influido en la manera como nos relacionamos con el mundo. Si puedo reconocer esta verdad, puedo intentar comunicarme mejor con los demás.
Cada quien lleva su cruz a cuestas; procuremos hacernos la carga más ligera.
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