"No permitas que te escuchen quejándote acerca de los asuntos públicos, ni siquiera a tus propios oídos." Marco Aurelio, Meditaciones, 8.9
Existe una clase de persona que intencionalmente evito: la persona quejumbrosa. La constante victimización por medio de quejas y acusaciones, muchas veces usadas como excusas, constituyen un carga emocional y psicológica que no quiero llevar sobre mis hombros.
Por esa razón, siguiendo el consejo de los estoicos, busco conscientemente prestar atención a los momentos en los que caigo en esa trampa para poder encauzar esa energía hacia la acción proactiva, hacia la acción que tiende a cambiar las cosas, hacia la acción que depende de mí y no de las circunstancias externas sobre las que no tengo ningún control.
Me gusta esta admonición de Marco Aurelio ya que nos permite ver de manera clara, el patetismo que constituye la queja. Nos hace permite ver que detrás de ese comportamiento pasivo y victimizante, nos existe una agenda empoderadora que apunte al fortalecimiento de nuestro carácter.
La queja es un desperdicio de energía. Enfoquémonos en la acción madura y proactiva.
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