Wednesday, August 30, 2017

Cuando tenemos pereza de hacer algo


"Cualquier cosa que tengamos pendiente, la virtud puede hacerla con coraje y prontitud.  Hacer algo con pereza y resentimiento es un símbolo de estupidez ya que empuja el cuerpo en una dirección y la mente en otra, rasgándonos salvajemente en medio de impulsos divergentes." Séneca, Cartas Morales, 31.b-32

Una vez decidimos ser responsables por nuestros actos, encontrarnos haciendo algo a regañadientes es una posibilidad bastante remota. Si nos encontramos haciendo, por ejemplo, un informe para nuestro trabajo, más que sentirnos obligados o presionados a hacerlo, debemos preguntarnos el por qué lo estamos haciendo. Si sentimos que en nuestro trabajo encontramos sentido de propósito, el hacer el informe se convierte en una manera de retroalimentar las dinámicas laborales. Si nos parece que dicho informe es sencillamente una pérdida de tiempo porque su objetivo sólo es cumplir una cuota burocrática, nuestro deber es hacérselo saber al equipo de trabajo del que hacemos parte. 

Otro ejemplo de cosas que podemos considerar odiosas son las labores del hogar. Sin embargo, si pensamos que el orden en nuestro lugar de habitación es un reflejo de nuestra psiquis, el realizar los oficios de la casa se convierte, en cierta medida, en la organización de nuestro mundo interior. 

Es importante recordar que cuando hacemos las cosas como si quisiéramos realmente hacerlas, descubrimos matices sabios en las más nimias de las tareas. Cada cosa que hacemos es una oportunidad de ejercitar nuestro carácter y nuestro espíritu. Hasta los espacios de ocio se convierten en incubadoras de más maneras de agradecerle a la vida nuestra experiencia. 

El ocio no es pereza. La pereza es producto de una mente sin alguna pasión. 




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