"Si tuviésemos que escoger entre teoría y hábito como la mejor manera de alcanzar la virtud, entendiendo como teoría lo que nos enseña a conducirnos correctamente y hábito como el estar acostumbrado a actuar de acuerdo a esta teoría, pienso que el hábito es mejor." Musonio Rufo, Discursos, 5.17.31-32,5.19.1-2
Es bastante sencillo llegar al punto del atosigamiento cuando nos referimos al consumo de teorías que apuntan a ayudarnos a vivir mejor. Podemos saltar de libro en libro y de charla en charla mientras predicamos por doquier lo descrito allí sin tener que llevar nada a la práctica.
Desde la antigüedad es común que las personas profesen su lealtad a diferentes dogmas sin que tal lealtad se traduzca en la forma como actúan y se relacionan con el mundo. Ya sea una ideología de nueva era o una religión establecida, no es infrecuente encontrar a sus practicantes inmersos en contradicciones constantes entre lo que dicen creer y lo que hacen.
Más allá del consumo compulsivo de ideas, debemos detenernos un momento a pensar cómo podemos llevarlas a la práctica y hacerlo. La única infidelidad consiste en profesar una creencia mientras nuestras acciones la contradicen.
Cerremos la boca por un rato y actuemos.
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