"El truco consiste en escoger el objeto de nuestra atención. O nos hacemos miserables, o nos hacemos felices. La cantidad de trabajo es el mismo." Carlos Castaneda
Si hacemos una retrospectiva honesta para evaluar la manera cómo hemos usado nuestro tiempo, probablemente nos demos cuenta que muchas veces lo hemos derrochado en rutinas de pensamiento y acción irreflexivo que nos nos han servido para mucho.
Podemos pasar horas pensando en todas las cosas que nos molestan del mundo mientras proferimos diatribas pasivas ante el viento, o podemos decidir que tipo de día queremos tener a partir de las acciones que vamos a llevar a cabo. Podemos actuar bien o actuar mal según nos parezca. En ambos casos, tenemos que hacerle frente a las consecuencias tangibles e intangibles de nuestros actos.
Una vez nos damos cuenta que para disminuir el caos en el mundo debemos empezar por limpiar nuestra propia casa, el abatimiento que por ratos nos puede consumir, desaparece. Estamos rodeados constantemente de pequeñas cosas que podríamos atender. Si decidimos solucionarlas, fortalecemos gradualmente nuestra confianza y nuestras capacidades para hacerle frente a retos mayores. Podemos empezar por lo más sencillo, por ejemplo, arreglar nuestro closet que lleva meses desordenado, cambiar el empaque del lavabo que tiene un fuga de agua, cambiar la ventana rota de la cocina, deshacernos de la pila de fotocopias que llena nuestra mesa de noche, etc.
Este tipo de acciones son una muestra concreta de la injerencia que tenemos sobre el mundo. Al organizar nuestro entorno inmediato no solamente estamos influyendo en el mundo exterior; nuestro mundo interior se ve afectado de la misma manera ya que nuestro entorno es un reflejo de lo que llevamos adentro.
Hagamos lo necesario.
No comments:
Post a Comment