"Muéstrame a alguien enfermo y feliz, en peligro y feliz, moribundo y feliz, exiliado y feliz, deshonrado y feliz. Muéstrame. Dios mío, ¡cómo me gustaría ver a un estoico! Pero ya que no puedes mostrarme a alguien formado de manera tan perfecta, al menos muéstrame a alguien que de manera activa esté encaminado hacia ese propósito...Muéstrame." Epicteto, Discursos, 2.19.24-25a,28
El objetivo de la filosofía no ha de ser la complacencia en la repetición de las máximas de las diferentes escuelas. El objetivo ha de ser la aplicación de las enseñanzas en nuestra propia vida de manera constante y sistemática.
En el estoicismo encontramos la figura del sabio que representa la consumación total del proyecto de esta escuela filosófica. Sin embargo, el practicante ha de saber desde un principio que esta figura representa un ideal inalcanzable. Es un ideal que sirve como inspiración para nuestra labor diaria de automejoramiento. El tener este ideal presente nos permite ver con mayor objetividad todas las áreas en las que debemos estar trabajando para acercarnos cada día más al modelo. El ideal también previene que nos consuma la arrogancia ya que nos informa sobre nuestras deficiencias.
Antes de señalar los defectos del prójimo, pongamos en orden nuestra casa.
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