El acto más grande de ingratitud consiste en dilapidar el tiempo que nos fue dado. Cuando alcanzamos cierto grado de madurez, nuestras prioridades empiezan a ser más claras y con ello, el norte hacia donde debemos caminar. Nos damos cuenta que para vivir una vida de la que podamos sentirnos orgullosos, debemos asumir la responsabilidad de nuestro propio crecimiento.
Este es un proceso que puede verse entorpecido por frases como "se tu mismo". Esta frase en particular es un lugar común que realmente no ofrece nada. Es una frase que apunta a una supuesta esencia inmutable que marca los límites de nuestro proceder.
"Soy tímido", "soy malo para las matemáticas", "soy desmemoriado", "soy impuntual", etc. Todo este tipo de frases funcionan como programas excusa que buscan explicar nuestra incapacidad para adquirir habilidades y expandir nuestro rango de acción y competencia. Las podemos considerar vicios del lenguaje que estructuran la percepción que tenemos de nosotros mismos y la de nuestro mundo.
Una apuesta más enriquecedora es darnos cuenta que somos seres dinámicos, que tenemos la potestad de generar cambios que nos apersonen de nuestro diseño personal. Si queremos llevar a cabo un proceso de crecimiento y transformación debemos decidir aquí y ahora que rasgos queremos encarnar para luego, trabajar diariamente por volverlos realidad.
Qué la muerte nos encuentre sonriendo en nuestra ropa de trabajo.
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