"Hagamos algo verdaderamente admirable por nosotros mismos y unámonos al rango de los más emulados." Séneca, Cartas Morales, 98.13b
En la búsqueda de nuestro propósito, podemos caer en la trampa de sencillamente repetir las palabras de las personas que admiramos y pensar que este simple hecho nos confiere la sabiduría que encarnan. En muy fácil construir un panteón de modelos a seguir y quedarnos en la fase de la admiración pasiva. Esta actitud, en muchas ocasiones, nos lleva a convertirnos en predicadores ciegos de experiencias que no hemos tenido.
Algo muy diferente que podemos hacer, es tomar la energía que estos modelos movilizan en nuestro interior y encausarla hacia la acción, hacia la experiencia. La experiencia reflexionada es la única forma de encarnar las responsabilidad de nuestro propio devenir. El salir constantemente de nuestra zona de comodidad nos lleva a descubrir potencias interiores que ignorábamos. Cada experiencia, si reflexionamos sobre ella, es como abrir una nueva ventana en la percepción que nos permite vernos a nosotros y a nuestro mundo de una manera más amplia.
En ese sentido, cada una de nuestras iteraciones personales se convierte en un peldaño hacia la concretización de nuestros ideales. Sin dragones no hay héroes. Si convertimos en costumbre hacerle frente a los retos que trae la vida por medio del esfuerzo honesto, podemos inspirar a los demás a hacer lo mismo.
Empoderémonos los unos a los otros por medio del ejercicio constante de la virtud. Seamos admirables.
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